domingo, 1 de abril de 2012

REFLEXIONEMOS SOBRE LA GENEROSIDAD DE JESUS

La Semana Santa es un período de reflexión muy importante. Un período que nos va a mostrar a un Cristo que se ofrece a nosotros; un Cristo que se hace obediente por nosotros; un Cristo que es la garantía del amor esponsal de Dios por su pueblo. Un Cristo que reclama de cada uno de nosotros el amor fiel, el amor de don total del corazón hecho obras, manifestado en un comportamiento realmente cristiano. El misterio pascual es la raya que define si soy alguien que vive de Dios, o soy alguien que vive de sí mismo.

La Semana Santa para todos los hijos de Dios significa el AMOR que JESUS nos enseñó al dar su vida por todos nosotros que no supimos tenerle en la tierra.Hoy iniciamos con el domingo de ramos con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén montado en  un burrito con alfombras de ramas cortadas del campo.
Es momento propicio para acercarnos mas a Dios y arrepentirnos de los pecados de nuestra vida.
No solo decimos querer ,amar a Dios  solo con palabras,es necesario hacerlo con actos buenos, con buen ejemplo ,perder la verguenza de los que diran los demás,en esta semana que iniciamos es momento propicio para corregir nuestra vida. Acerquemonos más a Dios, estaremos mas felices,seremos mas sinceros, leales,fieles.


Señor, que vea; te pido como Bartimeo, aquel ciego al que curaste. Que Te vea. Que vea qué esperas de mí. Quiero escuchar tu llamada en cada circunstancia de mi vida y, como María, para mi vida entera... Entiendo que conoces los detalles de mi andar terreno y prevés lo que llamo bueno y lo que llamo malo y que todo es ocasión de amarte. Ayúdame a intentarlo sinceramente, de verdad.

QUE CRISTO REYNE EN NUESTRO CORAZÓN


Enséñame a hacer tu voluntad, porque eres mi Dios, te pido con el Salmista. Enséñame a confiar en tu Bondad omnipotente.
Pidámosle que esta opción llegue a iluminar todos los campos de nuestra vida. Que ilumine nuestro interior, que ilumine nuestra alma, que ilumine también nuestra vida social, nuestra vida familiar, y, sobre todo, que ilumine nuestra libertad para que optemos definitivamente, sin ninguna cadena, por aquello que únicamente nos hace libres: el amor de Dios.

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